Transformación Digital

Desde el año 2013 no ha parado de crecer el interés por el concepto “transformación digital”. De hecho, en Google trends (una especie de índice que informa sobre el número de consultas que hay sobre un determinado término en el buscador) encontramos que en la actualidad está en máximos históricos. Parece que todo el mundo quiere transformarse digitalmente o, como mínimo, que nadie quiere quedarse en tierra cuando los demás despegan.  (Me imagino a más de un CEO haciendo una búsqueda a hurtadillas en su despacho después de haberlo escuchado en una reunión de trabajo porque no tiene ni idea de lo que significa).

 

De lo que se habla poco, o casi nada, es que el mayor reto para las organizaciones inmersas en este proceso no es la tecnología, las disrupciones innovadoras o los nuevos comportamientos de los clientes. El principal reto es adaptar su cultura, su mentalidad y las competencias de los profesionales que componen sus equipos, a “lo nuevo”, es decir habituarse a trabajar a “la digital”. Existe una diferencia entre actuar como digital y ser digital.
Cada empresa debe tratar de encontrar su ADN digital para entender cómo se traduce ser digital en su propia organización. Es decir, cada compañía en su contexto (esa es la clave), debe definir su esencia digital. No es lo mismo para una PYME industrial muy internacional que para una gran corporación de servicios centrada en solo dos mercados, por ejemplo.

 

Y en este debate llegamos enseguida a la zona cero, al meollo, a la batalla de todas las batallas de la discusión, aquello que permitirá tener éxito o conducirá al fracaso: las competencias digitales de los profesionales. Sorprendentemente, se le presta poca atención a este tema cuando de ello depende la transformación de una empresa para hacerla competitiva en el siglo XXI. Hasta que seamos suplantados por algún tipo de máquina o algoritmo (para esto quedan unos decenios) vamos a seguir necesitando a las personas para cambiar, para evolucionar, para innovar…en definitiva para transformar la manera de hacer las cosas. Y por tanto, es necesario determinar unos criterios que ayuden a los profesionales de las organizaciones a saber qué competencias deben desarrollar para contribuir en este viaje. La dificultad radica en que estas competencias no son estándar (no es estudiar A o B) sino que están relacionadas con el contexto en el que se desenvuelve esa empresa y ese/a profesional en particular.

 

Se habla mucho de transformación de las empresas, pero poco de la transformación que han de vivir las personas en este proceso de cambio. ¿Qué significa para los profesionales transformación digital? ¿Dónde quedan las personas en este transcurso? ¿Qué oportunidades les brinda y qué riesgos les supone? Identificar las causas de estrés, ansiedad o dificultad y las que significan desarrollo y felicidad para los profesionales (desde el consejo hasta el empleado de base) son, sin duda, las grandes cuestiones que hay detrás de este monumental reto y que no le van a contar cuando se habla de transformación digital.

Pablo Foncillas

MBA IESE B School

Profesor Investigador