En su nuevo libro, No te vas a morir, Silvia Leal indaga en el terror al avance tecnológico y enseña herramientas para saber aprovecharlo.

 

Silvia Leal habla de nuevas tecnologías con optimismo y realidad, porque cree en ellas. Pero cree en ellas cuando las tratamos y las entendemos desde nuestra humanidad. Igual que nunca ha creído en la innovación y el desarrollo personal y profesional sin pasión. En su último libro, que publica con BCC, No te vas a morir, recapitula todos estos temas enfocándolos desde el miedo que nos paraliza para no sacar provecho al momento con tantas posibilidades que vivimos. Posibilidades que nos dan esas tecnologías y nuestra pasión. Pero el futuro será solo de los valientes, como dice ella.

 

SILVIA LEAL. No te vas a morir. BCC CONFERENCIANTES

 

P. Cuéntanos de qué hablas en este tu cuarto libro, titulado No te vas a morir.

R. Está muy centrado en todo el miedo que hay a raíz de lo que va a pasar en los próximos años con las nuevas tecnologías y cómo desde ese miedo es posible rehacer una carrera profesional. Si nos preparamos un poco, la llegada de este famoso tsunami que le llaman será para bien. El libro posiciona y explica toda la historia de la robótica y la inteligencia artificial desde un punto de vista muy anecdótico, comenta historias que hacen que empaticemos con los robots. Por ejemplo, cuenta que en el s.XVI, Descartes tenía una hija de cinco años que falleció por escarlatina; se quedó muy traumatizado e hizo un robot con el aspecto de su hija que le sacó de la depresión. Cuando le mandaron a un viaje a Holanda se fue pero con este robot metido en un ataúd, el capitán del barco pensó que era un demonio y la tiró por la borda. Hablamos de la robótica desde un punto de vista humano para que entendamos qué puede hacer por nosotros y qué podemos hacer para competir con ellos.

P.¿Son una competencia o una oportunidad? Esa es la cuestión.

R. Hay estudios que explican cuáles son las profesiones menos amenazadas por las tecnologías y son los sacerdotes, los médicos y los bomberos. Pero en el libro demuestro que también están amenazados, y solo todos aquellos que tengan mucha humanidad no perderán su trabajo. Entonces mi recomendación para todos ellos es que tengan presente la Historia. Ahora mismo ya hay robots budistas, que explican la filosofía y resultan muy atractivos para los que van a los templos y los están rentabilizando muy bien. Si hacemos las cosas de manera mecánica, un robot siempre lo puede hacer mejor, porque podría trabajar las 24 horas. Pero cuando entra la humanidad… A un profesor jamás le sustituirá un robot si es muy humano, si es capaz de ver qué le pasa al otro, si es capaz de reaccionar.

P. Recientemente publicabas un artículo sobre este tema hablando de las profesiones del futuro.

R.Lo cuento en el libro también. Las cifras están ahí: durante los próximos cuatro años cuatro de cada 10 empresas van a desaparecer, en la próxima década el 47% de los puestos de trabajo que conocemos desaparecerán. ¿Es dramático? No, si miramos cuántos trabajos que había a principios del siglo XX se conservan, serán un 1%. Es más de lo mismo, quizá ahora vaya más rápido. Surgen nuevas profesiones y yo lo que he hecho es inventarme algunas, como una persona que se dedica a imprimir órganos. A mí me parece muy clara: la tecnología ya está ahí, se está invirtiendo dinero en las máquinas, hay hospitales que lo hacen, tendrá que haber alguien que se dedique a ello. Y así, profesión por profesión, si le ponemos ingenio, nos podemos inventar cientos de profesiones. En el libro No te vas a morir enseño a hacer esa reflexión para inventarse profesiones. Estamos en un momento precioso: las personas que no pudieron estudiar una carrera tienen una oportunidad ahora de especializarse, de formarse gratis, en plataformas como Coursera, y se pueden convertir en el mejor profesional en la realidad aumentada, por poner un ejemplo. O para la gente que se ha quedado atascada con su carrera, que ya no tiene pasión por su trabajo, están aburridos, hay una oportunidad de empezar algo nuevo. Es un momento muy bonito.

P. Se habla mucho de que la generación millennial es insatisfecha, cambia de trabajo mucho antes que las generaciones anteriores… ¿Qué les dirías? ¿Qué deben hacer?

R.Mi respuesta es: invéntatelo. Tienes que saber qué quieres hacer, qué tecnologías hay y es el momento de inventarse las cosas. No hemos vivido un momento mejor para esto. Otra profesión que a mí me encanta es el experto en empatía artificial. La robótica que más va a crecer es la que tiene que ver con el trato con personas con discapacidad o niños con TDH, TDA… Ahora mismo no hay casi gente que se dedica a esto. Si eres un psicólogo o persona con conocimientos en robótica que se mete en eso, es un nicho de negocio que va a crecer mucho.

P. ¿Y para la gente que ha perdido su pasión en el trabajo no porque le haya dejado de gustar su profesión, sino simplemente por un mal jefe?

R. El tema de la pasión es una pregunta clave. La pasión explica estadísticamente el 35% del éxito. Otros dicen el 30 o el 40, digamos el 35%. Si estás en un trabajo, no te gusta, no tienes pasión, no vas a hacer bien tu trabajo. Si no lo haces bien, ni te van a ascender, ni te vas a cambiar, porque no eres bueno, dónde vas. Te metes en un círculo vicioso. Yo animo a la gente a que se apasionen para hacer su trabajo fenomenal y marcharse, porque sino no se podrán mover nunca de empleo. Se condenan ellos mismos. Yo soy la primera que he pasado por ahí. Yo tenía un trabajo que no me gustaba, decidí hacer mi tesis doctoral y me ha cambiado la vida. Dejé mi trabajo, pero no perdí la pasión en ningún momento, porque si la perdía nadie me iba a querer en otro lado. Si no te apasiona tu entorno, te apasionas tú con proyectos paralelos, con proyectos de futuro… te apasionas por tu trabajo para hacerlo bien porque si no estás fundida.

P. Y si el 35% es la pasión, ¿el resto del éxito qué es?

R. Depende. Si nos fuéramos al espacio de la innovación, intervienen la cultura y el clima. Tu jefe directo tiene un impacto brutal. Si el clima y el espacio son buenos y tú eres una persona apasionada, pero tu jefe es malo, acabas cayendo. También estaría toda la parte interna: autoestima, perfil psicológico, control, optimismo, orientación para el aprendizaje… y luego entra el miedo.

P. Pero el miedo puede ser positivo, siempre hay que tenerlo para superarlo. El problema es que te supere a ti, ¿no?

R. Darwin decía que el miedo es un mecanismo de supervivencia. Y Sartre que todos tenemos miedo y el que no tiene miedo no es normal. ¿Cuál es la conclusión? Que hay que aprender a gestionarlo con inteligencia. Si el miedo lo ves y te paraliza, mal; pero si lo ves y desde ahí actúas de otra manera, es positivo. Jamás trabajaría con una persona sin miedo, porque las personas sin miedo son psicópatas. El miedo va con la esencia humana.

P.- Como sociedad tenemos miedo a las nuevas tecnologías. Y en este caso, parece que nos paraliza. Pero como dicen los creadores de Black Mirror, la tecnología no es mala, sino que nos faltan recursos para saber entenderla y usarla bien.

R. Si nos faltan recursos, podemos hacer dos cosas: no quiero saber nada, ya pasará. O nos ponemos las pilas, porque no va a pasar. Habrá personas que sigan avanzando con las tecnologías, y son los que se llevarán el pastel. Como decíamos con las tecnologías, surgen nuevas profesiones, pero es el tema de las enfermedades donde va a explotar: personas con ELA que pueden hablar con sintetizadores; soldados que pierden y la memoria y se la pueden implantar con chips –esto es un proyecto de EE UU–; gente que controla un exoesqueleto con la mente y va caminando… ¿Quién no tiene a alguien cerca que tenga un problema de salud?  Todo el tema de los nanorobots, por ejemplo, y la cura contra el cáncer. Si se hace realidad y los nanorobots se empiezan a aplicar en los hospitales, va a mejorar la calidad de vida de muchas personas durante la enfermedad. Es otra era. Serán los valientes quienes la rentabilizarán, se curarán, y tendrán empleo y harán nuevos negocios. Y luego estarán los que se quedarán con miedo debajo de las sábanas.

P. Otra de las palabras que han marcado tu carrera es la innovación. Nos hemos acostumbrado ya tanto a oírla y verla, pero no parecer que la hayamos entendido o aplicado bien.

R. Uf, me aburre. Todo el mundo innova. Pero las datos dicen que en España es muy difícil emprender y que no se innova. El último informe de PITEC decía que cuatro de cada mil empresas eran innovadoras. Supongamos que hayamos mejorado y son seis. ¿No es para sentarse a pensar? ¿Por qué dicen que sí innovan? Están engañando. Nadie lo reconoce en público, pero la realidad es que no lo hacen. La palabra innovar está mal utilizada. ¿Qué es innovar? Innovar es utilizar recursos para la innovación, tener input de ideas, output de resultados, aceptación en el mercado y rentabilidad. ¿Cuánta gente hace eso? Cuatro, porque tenemos miedo, porque los empleados tienen miedo de que si ponen una idea encima de la mesa van a chocar con quien no la tuvo o con el que estaba haciendo las cosas de otra manera. Yo le llamo el síndrome pero “si hasta ahora funcionaba, por qué lo voy a cambiar”.¡Porque sí! No puedo abandonar el tema de la innovación porque está en mi carrera y en mi tesis, pero ahora hablo de inno-liderazgo, que son aquellas personas que son capaces de innovar, y además de inspirar a los que están a su lado. Pasé de la innovación inno-liderazgo, donde pretendía demostrar la importancia de la innovación, de movilizar los que están a tu lado y de predicar con el ejemplo. Ya no uso la palabra innovación, me horroriza que se malinterprete.

P. Entre tendencias laborables de 2017, se habla de apostar de nuevo por el trabajo en equipo, crear experiencias dentro y fuera de tu empresa, para tu equipo y los clientes. ¿Cómo lo ves?

R. ¿Qué está pasando si miramos con perspectiva? Difícilmente aguantamos ya películas largas, no vemos un vídeo de más de tres minutos, la gente necesita más cosas, más impactantes. Estamos en un momento vital de mucha intensidad. Llega la realidad virtual, la gamificación, intertet de las cosas… Es de lo que venimos hablando: estamos en la era de la humanización de la tecnología, tienes que ser humano para que el robot no te pueda copiar. Y como cliente, esperas experiencias más intensas que te saquen de una realidad que ya de por sí es muy intensa. Si no lo consigues, ¿qué pasa? Le vas a aburrir.

P. ¿Qué tendencias laborales ves tú?

R. Me voy a las globales de todos los sectores: realidad virtual y aumentada que intensifican la percepción de los sentidos; internet de las cosas, big data e inteligencia artificial; la impresión 3D, los drones, y la robótica. Los robots entraron para automatizar y ahora entran para relacionarse con nosotros. Y no pasa nada, lo que tenemos que hacer es aprender a rentabilizarlos.

P. ¿Y cuáles son los retos para romper la brecha de género? Especialmente en el mundo de la tecnología donde es más pronunciada aún.

R. En el tema de género, me gustaría destacar dos cosas: como decíamos, hay una tendencia a intensificar de nuevo el trabajo en equipo. Y nos preguntamos: ¿quiénes son más innovadores: los hombres o las mujeres? Son los hombres con un lado femenino muy acentuado y las mujeres con un lado masculino muy acentuado. Lo que llaman la androginia psicológica. Esto en los equipos se replica. En los equipos más innovadores tenemos hombres como pensamiento lógico, y mujeres con pensamiento más creativo. Pero si no tenemos equipos con hombres y mujeres, no fomentaremos la androginia psicológica, es decir, la igualdad en el pensamiento lógico y creativo y no vamos a poder innovar. La mujer es importante para tener equipos innovadores que traerán consigo crecimiento.

P. ¿Las nuevas generaciones están más preparadas para ser inno-líderes?

R. Creo que estamos todos en el mismo punto de partida. Las nuevas generaciones tienen más contacto con las nuevas tecnologías y nosotros tenemos más experiencia, conocimiento de los clientes, y de humanidad: cómo lanzar bien un proyecto, cómo venderlo bien… Si nos centramos en la tecnología, está bien, pero no lo es todo. Yo ahí sí creo en los equipos, como hablábamos.