Juanma Romero

«Internacionalizar una startup es lo más fácil del mundo, cualquiera puede hacerlo. Lo difícil es tener éxito; eso sí es otro cantar. Porque me he encontrado con infinidad de emprendedores que han salido a otros mercados pensando que estaba todo hecho, sin saber que las legislaciones son diferentes en cada caso. Y la cultura también, ya que lo que está bien visto en España puede ser un insulto en China o África. Hay que salir, pero salir preparados y con las cartas marcadas. Que no nos pille el toro.

 

En China, por ejemplo, necesitas un socio local para abrir el negocio. En Pakistán, Estados Unidos o Canadá hay otras legislaciones y tenemos que conocerlas antes de llegar. No vale eso de ir allí y luego improvisar. Tenemos que tener la garantía de que vamos a poder trabajar en ese país desde el primer momento. Al llegar nuestra preocupación no puede ser cómo nos adaptamos a las legislaciones y costumbres, sino cómo empezamos a vender nuestros productos o servicios.

 

Por eso los emprendedores tenemos que tener la suficiente humildad como para reconocer que no sabemos de todo y que tenemos que ponernos en manos de otros profesionales que sí saben de lo suyo y nos ayudarán a tener éxito en el intento de salir fuera de nuestras fronteras.

 

Porque en ocasiones el emprendedor se desplaza a ese país pensando en lo sencillo que va a ser montar allí su negocio y se encuentra que de sencillo nada. Es difícil, por no decir imposible, porque desconoce la legislación de ese país. A más de uno le he visto regresar a España después de haber perdido tiempo y dinero en esa aventura que se ha convertido en desventura, todo porque no había hecho bien los deberes.

 

Los deberes hay que hacerlos siempre, ya sea para reunirte con un posible cliente en España como para montar tu empresa en el extranjero. Hay que saber a quién tienes enfrente o qué características tiene el país en el que quieres introducirte.

 

Esa es una cara de la moneda, la excesiva confianza. Pero luego nos encontramos con la otra cara, que también nos lo pone difícil a la hora de internacionalizarnos: la vergüenza de ser españoles. Parece que nos sentimos inferiores con respecto a otras naciones a las que, por cierto, no tenemos nada que envidiar.

 

Los españoles no solo somos emprendedores, sino que hemos sido los más emprendedores a lo largo de la historia de la humanidad. Si no fuese así, quién habría llegado a América, quién habría logrado que su lengua sea conocida en todo el mundo y que haya decenas de países que tienen el español como idioma oficial. Esto es una ventaja, no un demérito.

 

Y esto nos lleva a la otra parte de la internacionalización. Tenemos dos opciones, internacionalizarnos en inglés y en español. Entiendo que el mercado de habla inglesa es muy sugestivo, pero quizá tengamos que ser un poco más racionales e ir primero a los mercados ‘amigos’ en los que nos podemos mover con total facilidad, que son todos los de habla hispana.

 

Pero, además, disponemos de un tercer mercado al que dirigirnos: la Unión Europea. Se nos olvida que somos miembros del mercado internacional más grande del mundo, que nos ofrece ayudas y que no las pedimos porque no sabemos cómo hacerlo. En realidad, en muchas ocasiones ni siquiera sabemos que disponemos de esas ayudas. (…)»

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