Pilar Jericó, experta en talento y liderazgo,  asegura que la iniciativa y la capacidad para asumir responsabilidades son habilidades clave para hacer la transición de los estudios al mundo laboral.

 

Pilar Jericó, BCC Conferenciantes

 

La distancia entre la etapa formativa y el mundo laboral es, para muchos de los jóvenes que se enfrentan al reto de conseguir su primer trabajo, un abismo. La tasa de paro juvenil, que en España se sitúa en el 36%, se suma a un mercado laboral cada vez más competitivo. Se pide conocimiento técnico, pero también habilidades personales, como saber comunicar o trabajar en equipo, además de mentalidad digital y una actitud de constante aprendizaje. En este escenario, ¿cómo dar los primeros pasos hacia ese primer trabajo que parece inalcanzable?

Pilar Jericó, autora del blog de EL PAÍS Laboratorio de felicidad, señala el autoconocimiento como herramienta de trabajo: «Las empresas buscan gente autónoma, con iniciativa y capacidad de ilusionarse. Y eso pasa por conocernos: conocer nuestros juicios de valor, que son los más terribles, y conocer también nuestras emociones para que no seas tú quien te limites a ti mismo».

Pregunta. ¿Cómo pueden los jóvenes enfocar la transición entre estudiante y profesional? ¿Con qué mentalidad deben afrontar sus primeros pasos en el mundo laboral?

Respuesta. Ese es uno de los momentos en los que más incertidumbre se genera. Además, te chocas con la frustración: todos salimos de la carrera con expectativas y luego la vida no es como nos imaginamos. Hay que verlo como un aprendizaje constante. A lo mejor a la primera o a la segunda no se acierta, pero el desafío es estar continuamente aprendiendo. Desde ahí es desde donde podremos aprovechar las oportunidades que nos brindan los trabajos, aunque no sean los que más nos gusten o los definitivos. Además, cuando estás estudiando piensas que hay determinadas cosas que son solo para los elegidos. Y no te das cuenta de que tú eres quien te estás excluyendo. La forma de afrontarlo es revisando el juicio interior, tu discurso mental. Y siendo uno mismo. Al final las empresas contratan gente que se ilusione con el proyecto y eso no se puede hacer si tienes miedo.

P. ¿Cómo se navega en esa incertidumbre de los primeros pasos?

R. Lo que tenemos que hacer a cualquier edad, y sobre todo en la juventud, es atrevernos a soñar y tener aspiraciones. Una cosa es que a la primera no se consiga y otra cosa es que no podamos conseguirlo nunca. El camino del éxito o de la realización personal no es un camino recto, va a estar lleno de curvas, de accidentes, de dificultades. Y el desafío consiste en caerse y en levantarse, pero sobre todo en tener un faro y un objetivo hacia el que ir. Hay personas que estudian la carrera con una vocación, hay quien la descubrirá después y hay quien no la va a encontrar nunca, y eso es legítimo. Pero tengas o no vocación, no renuncies nunca a soñar y a imaginar cómo te gustaría verte.

P. A veces lo más difícil es marcarse un objetivo, sobre todo al inicio de la carrera profesional.

R. El reto es tomar una buena decisión, que depende de dos cosas. Primero, de la intuición: ¿qué es lo que te pide el cuerpo? Y aquí hay que ser muy honesto con uno mismo. Y segundo, de leer el contexto, el entorno, de recoger información y comentarios de los que te rodean como ingrediente para tu toma de decisiones. Pero la vida profesional es un camino que se va descubriendo. No creo en que haya que nacer y tener un sueño de por vida, creo que los sueños se van actualizando.

P. ¿Qué habilidades buscan las empresas en los jóvenes?

R. La iniciativa y el ser responsables. Alguien que no espere a que le tengan que decir lo que tiene que hacer, que asuma responsabilidades y que le gusten las responsabilidades. También buscan personas optimistas y que les guste trabajar en equipo.

P. En el contexto de desempleo y precariedad en el que salen los jóvenes al mundo laboral, puede ser difícil encajar ese mensaje de “voy a por lo que quiero” en lugar de “voy a por lo que me ofrezcan”.

R. Hay mucho pesimismo y una forma de diferenciarse es precisamente con el optimismo. También creo que encontrar empleo es un trabajo en sí mismo, que implica a veces muchos tropiezos y mucha paciencia. Pero no hay que desistir jamás, hay que trabajar una red de contactos, mostrar iniciativa… las empresas están ávidas por contratar millennials. Estamos en una situación de crecimiento vegetativo negativo y eso es un problema real para las empresas. Ahora los jóvenes tienen mucho más poder del que creen, las empresas están deseosas de contratarles.