Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, nos ofrece una visión sobre las fortalezas y debilidades de la política europea. Compartimos un extracto de la entrevista realizada por la revista Executive Excellence.
“E.F.: En el libro se refiere a la correlación entre el deterioro de las condiciones laborales y el debilitamiento de los sindicatos. ¿Cómo proteger hoy los derechos de aquellos trabajadores que no tienen un contrato fijo?
J.S.: Es necesario pensar cómo se puede incluir a aquellos trabajadores que han quedado fuera del marco al que se remitía el sindicato tradicional. Los sindicatos han sabido reconocer que desempeñan un papel no solo a la hora de defender los derechos de los trabajadores en la mesa de negociación, sino también en el escenario político. Hace un tiempo se planteaban un mundo de nosotros contra ellos, pero se han dado cuenta de que la solidaridad entre sindicados y no sindicados es imprescindible. La política del siglo XXI debe basarse en un abordaje más inclusivo que defienda los intereses de las personas.
E.F.: Afirma que hace falta una reforma del sistema que se basa en la multilateralidad. ¿Es posible reformar la gobernanza de la globalización, sin una implicación activa de las autoridades?
J.S.: Creo que Europa tiene que estar más segura de sí misma. En términos de tamaño, tiene una economía igual que la de EE.UU. y más habitantes. No tiene la misma fuerza militar pero sí más recursos y, por tanto, puede centrarse en el bien público global: ayudar a países en desarrollo y a sus propios ciudadanos.
El poder militar no va a determinar el futuro, el poder blando –de principios– sí. Este tipo de poder ejerce actualmente mucha influencia en todo el mundo y me parece que Europa necesita ser más asertiva en relación con qué mundo piensa que debería crear, y reconocer que ese poder blando es suyo. En parte, será un mundo basado en el multilateralismo, un mundo multipolar sin una única ideología y con diferentes maneras de organizar las sociedades… El sistema político norteamericano y el europeo son muy parecidos; ambos se basan en la democracia y la defensa de los derechos humanos. Por eso, tenemos que trabajar conjuntamente para resolver los problemas comunes, pero también competir para hacer nuestros los corazones y las mentes del tercer mundo.
El sistema político norteamericano y el europeo son muy parecidos. Será necesario desarrollar un multilateralismo reconociendo que existen ciertas diferencias, pero que tenemos que convivir a la vez que competimos, porque nos unen valores fundamentales.(…)”