En la intensa trayectoria de este médico comprometido se conjugan el activismo humanitario, la gestión ministerial, la función pública internacional y un gran número de posicionamientos personales, movidos por el deseo de socorrer y aliviar a las víctimas civiles de guerras y represiones.
Bernard Kouchner, a menudo descrito como “la conciencia de Europa” es una de las mayores organizaciones humanitarias del mundo. Él ha fundado organizaciones internacionales de ayuda de socorro de renombre mundial – Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo, Globus y la acción de la Association pour l ‘.
Bajo el liderazgo de Bernard Kouchner, MSF desarrolló operaciones de asistencia médica de urgencia en áreas golpeadas por guerras, desastres naturales, epidemias y hambrunas, siendo sus escenarios de actuación más destacados Nicaragua en 1972 (a raíz del terremoto que arrasó Managua), Honduras en 1974 (tras el paso del huracán Fifí), Camboya y Tailandia desde 1975 (a partir de la crisis de los refugiados camboyanos que huían del terror político de los Jmeres Rojos) y Líbano desde 1976 (con el estallido de la guerra civil).
Espíritu inquieto, Kouchner participaba en las misiones de MSF in situ, coordinando los dispositivos de ayuda y curando a heridos con su instrumental médico. En 1974 y 1976 realizó sus primeras visitas al Kurdistán irakí y a Líbano, y a principios de 1975 estuvo en Saigón poco antes de la toma de la capital sudvietnamita por el Ejército de Vietnam del Norte.
Una vida consagrada al activismo humanitario
En 1987 Bernard Kouchner cautivó la atención del público, y abrió un debate intelectual y jurídico que superó con mucho las fronteras de Francia, al manifestar que el principio de la no injerencia en los asuntos internos de los estados ya no era defendible y que la comunidad internacional debía intervenir, por la fuerza de ser preciso, en aquellos países donde la población civil sufriera graves violaciones de los Derechos Humanos.
La formulación fue expuesta en el libro Le devoir d’ingérence: peut-on les laisser mourir?, que escribió junto con Mario Bettati, profesor de Derecho Internacional Público en la Universidad de París, y cuyo título recogía una expresión ya acuñada en 1979 por el filósofo Jean-François Revel en un artículo publicado en la revista L’Express a propósito de las dictaduras africanas de Idí Amín Dadá y Jean-Bedel Bokassa.
Para el artífice de dos de las ONG humanitarias más conocidas del mundo, el deber de injerirse en situaciones urgentes y desesperadas era una obligación moral de los estados que inauguraba una nueva doctrina humanitaria y una figura que debía tener una traducción jurídica en el derecho internacional. Para Kouchner, había llegado la hora de clausurar “la teoría arcaica de la soberanía de los estados, sacralizada en la protección de matanzas”.
El 2 de abril de 1992, Pierre Bérégovoy le nombró Ministro de Sanidad y Acción Humanitaria en Francia, pasando a sentarse en el Consejo de Ministros. Fueron en tres escenarios, el Kurdistán irakí, Somalia y la ex Yugoslavia, donde Kouchner más puso a prueba sus tesis intervencionistas, que influenciaron la visión internacional del presidente François Mitterrand, y donde suscitó reacciones de abierta controversia. En un logro que le colmó de satisfacción, el derecho de injerencia fue ejercido por vez primera por la comunidad internacional en el Kurdistán irakí en abril de 1991, a rebufo de la capitulación del Ejército irakí en la guerra del Golfo, cuando tropas occidentales, con el aval de la histórica resolución 688 aprobada por el Consejo de Seguridad, se desplegaron en la región norteña para levantar campos de acogida y protección de las decenas de miles de civiles kurdos que huían de la venganza represiva de Saddam Hussein.
Del Parlamento Europeo a la administración de Kosovo
Las elecciones legislativas de marzo de 1993 mandaron al PS a la oposición y Kouchner se despidió del Gobierno el 29 de ese mes. Retomó al punto el activismo asociativo, poniendo en marcha la Fundación para la Acción Humanitaria y luego la sociedad caritativa Reunir, el diálogo en acción. Pero el gusanillo de la política había medrado en él, tal que dirigió su mirada al Parlamento Europeo, para el que fue elegido en junio de 1994 en de la lista socialista encabezada por su amigo Rocard.
En sus tres años en el hemiciclo de Estrasburgo, el médico francés presidió la Comisión Parlamentaria de Desarrollo y Cooperación.
En diciembre de 2006, un poco a modo de resarcimiento, la UE nombró a Kouchner su representante en el Grupo Internacional Independiente de Expertos Eminentes (GIIEE) encargado de supervisar la investigación por una comisión de la Presidencia de Sri Lanka de las violaciones de los Derechos Humanos cometidas en este país desde el acuerdo de alto el fuego, ya papel mojado en aquel momento, firmado por el Gobierno y la guerrilla tamil en 2002.
Bernard Kouchner ha recibido muchos honores por su obra humanitaria como en 1979 “Dag Hammarskjöld” premio para los Derechos Humanos, 1979 “Louise Weiss” premio Lilse de Limière de 1981 “Athinai” premio de la Fundación Alexander Onassis por sus actividades de derechos humanos y 1984 “Premio Europa”.
En 1999 fue laureado con el Premio Nóbel de la Paz en nombre de Médicos sin fronteras, de la que es co-presidente.
Bernard Kouchner, es autor de numerosos libros, guiones y artículos y es co-fundador de Evenement l y L’Actuel.