Richard Gerver es un gurú de innovación educativa de referencia internacional. Recorre el mundo impartiendo conferencias para impulsar el cambio en el ámbito educativo, en la organización de empresas y en la propia sociedad actual. Es autor del superventas “Crear hoy la escuela del mañana” y defiende la necesidad de educar a ciudadanos no ya del siglo XXI, sino del siglo XXII, preparados para innovar, construir su propio futuro y dispuestos a aprender.

 

 

Richard Gerver BCC Conferenciantes

 

 

Se ha convertido en un gurú de innovación educativa, ¿qué cree que es lo que más se valora ahora de un sistema educativo?

Creo que lo más importante que debe tener un sistema educativo es una visión clara de para qué tipo de jóvenes está tratando de crear el futuro. De esta forma, demasiados sistemas educativos todavía se construyen y diseñan para intentar que el viejo sistema funcione mejor y no nos hemos parado a reflexionar si el futuro es diferente al pasado. A menos que tengamos claro qué tipo de jóvenes necesitamos producir para el futuro, nunca podremos crear un sistema educativo que coincida con esa visión.

¿Qué diferencia hay entre los niños de antes y los de ahora?

Creo que la primera cosa que hay que decir sobre los niños es que los niños siempre son niños porque son seres humanos, lo que es diferente es el ambiente, la sociedad, por lo que los niños modernos, a los que llamamos nativos digitales, han nacido completamente dentro de la tecnología. Todo lo digital forma parte de ellos mismos desde el minuto uno de sus vidas, y esto hace que vean el mundo de forma diferente, porque tienen la oportunidad de comunicarse, interaccionar, seguir las noticias, participar en ellas a través de los medios de comunicación y todo esto para ellos es algo natural. Sin embargo, algo con lo que creo que tenemos que tener mucho cuidado es la poca conexión con el mundo de verdad, en términos de interacciones humanas y relaciones, como respirar o escuchar los sonidos naturales. Lo que tenemos que hacer es equilibrar ambas cosas. Tenemos que asegurarnos de que no perdemos nada del pasado, pero que a la vez entendamos el presente y el futuro y nuestro principal reto es que estas dos cosas funcionen de forma conjunta.

¿Cómo ha cambiado la educación de antes y la de ahora?

Creo que la educación está situada en un lugar muy interesante actualmente. Mi primer año como profesor, que fue exactamente en 1992 y por aquel entonces el mundo era un sitio muy diferente pero incluso en ese año estábamos hablando de cómo preparar a los alumnos para un futuro y discutíamos sobre cambiar el sistema educativo. La tecnología en ese momento todavía no había adquirido la suficiente importancia, teníamos unos ordenadores muy simples. Pero lo que sí que note desde ese momento, es decir, desde hace 26 años, es que seguimos manteniendo el mismo discurso de: “la educación necesita cambiar, tenemos que preparar de forma diferente a los jóvenes…” pero seguimos cometiendo el mismo error de buscar formas más eficientes de realizar las mismas tareas en vez de cambiar las cosas.

¿Qué cambios tiene que generar el sistema educativo actual según su opinión para que informes como PISA sean más favorables?

Creo que hay dos respuestas a esa pregunta. La primera es PISA. La forma en la que los gobiernos utilizan este ranking es muy torpe y perezosa. Todo lo que tengo que hacer es informar y situar a los países en diferentes tablas y esto hace que la educación se compare con equipos de fútbol. PISA no fue diseñada para parecer simplemente una clasificación en una tabla. El problema es que nadie lee toda la información que hay dentro de este estudio, que ayuda mucho más. Nuestro trabajo no consiste en competir académicamente con China o con Finlandia, con Corea del Sur o con Singapur. Nuestro trabajo en España es preparar a los jóvenes españoles para que sean capaces de convertirse en ciudadanos globales. Entonces, mi primera respuesta es que el trabajo de cambiar la educación no va a ser bueno para PISA, va a ser bueno para nuestros jóvenes, y para que esto sea así, tenemos que dejar de pensar en cómo lo podemos hacer mejor en lo referido a los exámenes. En este sentido, el evento de hoy y el discurso que voy a dar va todo relacionado en cómo podemos asegurarnos de que la gente joven sienta el rol que tienen las organizaciones digitales en el futuro, y esto significa que el sistema educativo tiene que cambiar, no para mejorar los puestos en PISA, pero sí para que nuestros jóvenes tengan un buen futuro económico.

¿Por qué es tan exitoso el sistema educativo de Finlandia en comparación con el resto de Europa?

Finlandia es exitosa primero por su situación demográfica, por su cultura, y por la forma en la que educan a sus hijos. Es un país muy pequeño y tiene una clase económica social muy plana, por lo que no hay grandes divisiones en cuanto a la riqueza como se pueden encontrar en el Reino Unido, España o Estados Unidos. Ellos no educan a los niños para pasar exámenes, sino que se centran en el desarrollo de toda la niñez, todo lo relacionado con el cerebro, el corazón y además, tienen una política en educación desde hace 20 años. Entonces, cada vez que tenemos un nuevo Gobierno, y sé que en España ahora mismo acabáis de tener uno nuevo, todo cambia. Sin embargo, en Finlandia, la política de educación no ha cambiado, lo que significa que ha habido una oportunidad real para el cambio y la transformación. Si los gobiernos siguen cambiando las políticas de educación, daremos siempre un paso marcha atrás, por lo que las mejores lecciones que podemos aprender de Finlandia es que necesitamos crear un consenso sobre la educación, es decir, que los gobiernos no lo cambien cada tres o cuatro años. Otra de las lecciones que tenemos que aprender de este país es que tenemos que tratar a los profesores como verdaderos profesionales cualificados, porque en España no les tenemos el respeto que se merecen, mientras que en Finlandia los respetan al nivel de los médicos. Además, tenemos que pagarles como auténticos profesionales. La última cosa que tenemos que aprender es que nos tenemos que asegurar de que la educación está centrada en el desarrollo de toda la infancia, no sólo de la parte académica.