La sudafricana Cathy O′Dowd es la primera mujer en ascender dos veces a la cima de la montaña más alta del mundo. Sus vivencias en primera persona.
La sudafricana Cathy O′Dowd habla bien el español. Ella dice que “con muchos errores”, pero se le entiende bárbaro. Lo aprendió durante sus viajes para esquiar en Sudamérica. Es la primera mujer en alcanzar dos veces la cima del Monte Everest, la montaña más alta del mundo (8848 metros), en la cadena de los Himalaya. Es “la señora del Everest”.
En 1990 empezó con su pasión por escalar. No por llegar a la cima, sino por la aventura en sí misma. Entonces se preparó durante seis años para desafiar al Everest. En 1996, con 28 años y un grupo de 8 personas, llegó al techo del mundo por primera vez. “Ahí donde se ve la curvatura de la tierra”, cuenta.
“Es increíble y apasionante. El Everest para mí significó una gran oportunidad en mi vida. Llegar a la cima no es todo. El trayecto y volver viva a casa es todo”, dice esta mujer de 46 años, amante del riesgo, en una entrevista con Toda Pasión.
En 1998 volvió a intentarlo, pero se frenó a pocas horas de la cima para intentar un rescate de una alpinita estadounidense que finalmente murió. No llegó, pero vivió “una experiencia muy fuerte y penosa”. Ahí no terminaría su historia con el Everest. Todavía le quedaban cuentas pendientes.
Un año después alcanzó la cima por la cara norte. Esta vez solo con un grupo de 4 personas. Grabó su nombre para la eternidad en el alpinismo por ser la primera mujer en lograr los ascensos por las dos caras.
“En 2003 intenté el gran desafío de llegar a la cima por el este, pero no pude, nadie pudo todavía, por ahora ha sido imposible”, cuenta sobre la tercera cara de la montaña ubicada en la frontera entre China y Nepal. Su último gran ascenso tuvo fecha en 2012: el Nanga Parbat, en Pakistán, la novena montaña más alta del mundo. No hubo retiro, aunque desde ahora se dedica a expediciones con menor riesgo.
“En diciembre voy a escalar en Omán o México, veremos, es parte de mi vida y no lo voy a dejar”, dice con la ilusión de saber que la montaña es su lugar en el mundo.
9 semanas en ascenso
“Subir al Everest por su cara norte me llevó nueve semanas, pero no siempre es en ascenso, es como un yoyo: se sube y se baja. Por el norte, en cambio fueron cinco semanas”, cuenta Cathy, de un físico atlético. “Se baja en tres días y medio hasta el campamento base”, agrega.
A los 8.850 metros, los riesgos de muerte son muy grandes: falta el oxigeno, el sol puede quemar la piel y los ojos y cualquier tormenta de montaña puede ser letal. En la noche, la temperatura puede llegar a los 40 grados bajo cero.
“En la zona de muerte no hay margen de error. He sufrido la pérdida de compañeros y es traumático. Es una tragedia, y a veces piensas que no vale la pena, pero la vida es tomar riesgos”, enfatiza.La peor tormenta de la historia
Así la presentó la prensa. Ocurrió en 1996 en el Monte Everest. Cathy O′Dowd estaba a los 8.000 metros, en el último campamento anterior a la cima. Ella lo recuerda como un acto de “precaución” que le salvó la vida.
“Había pronóstico de buen tiempo, pero estaba inestable. Cuatro expediciones decidieron salir a la cima y llegaron. Nosotros nos quedamos en las carpas porque no teníamos tanta experiencia y no estábamos seguros”, relata. “En el descenso los sorprendió la tormenta y hubo 21 desparecidos”, señala, y agregó: “Aprendí una lección: cuando no estás confiado y seguro, mejor esperar”.
La vida no es llegar a la cima
“Para mí el momento más emocionante no es cuando llegas a la cima, es antes de la cima, ese es el momento perfecto. Cuando ves la cima y te das cuenta que vas a poder llegar”, cuenta O´Dowd, la palabra de la experiencia. En ese mismo sentido, luego de llegar al techo del planeta, su vida siguió con la misma adrenalina. Y explica por qué: “Es solamente lo más alto, no lo má difícil ni lo más lindo. Para mi la vida no es conquistar cimas sino recorrer los caminos”.