Cualquiera que sea aficionado a la montaña sabe que el paso más difícil de cualquier ascensión se da tumbado en la cama. Cuando un frío y lluvioso domingo has quedado con varios amigos para hacer cima en lo alto de alguna majestuosa montaña y suena el despertador de madrugada, lo primero que te pasa por la cabeza al apagarlo es decir: “Mando un guasap y aviso que no voy, que he pasado mala noche y ya está; total, somos muchos, por uno que falte no pasa nada”.

 

Si uno es capaz de quebrar ese momento, salir de la cama, ponerse en pie y empezar a moverse, ha conseguido ya lo más duro de la excursión. Lo curioso es que a partir de ahí todo empieza a activarse. Esa pereza infinita del primer instante pronto se ha transformado en una casi hiperactividad (vestirse, atarse las botas, cargar la mochila, la cantimplora, desayunar algo…). Decía Henry David Thoreau que “cuando las piernas empiezan a moverse, mis pensamientos comienzan a fluir”.

 

Esta vuelta al trabajo en este año tan especial va a tener mucho de eso. Necesitamos, todos, empezar a caminar para vernos más cerca de nuestros objetivos: hollar una cima, acabar un curso, mejorar la cuenta de resultados, terminar ese proyecto, desarrollar a nuestro equipo, cambiar el mundo…

 

En los últimos meses la incertidumbre, la sorpresa, el desconcierto provocado por esta crisis brutal ha minado muchos de nuestros cimientos. La motivación ha caído en picado en muchas organizaciones y en muchos profesionales y el desánimo cunde por todos los lados. Para empezar a mejorar no hay nada como empezar a andar: ponerse en marcha, activarse, retomar el contacto con nuestros clientes, reabrir proyectos aparcados, recobrar ilusiones perdidas, rediseñar procesos… Cuando uno ha dado el primer paso, aunque este sea al borde mismo de la cama, la excursión ya parece otra; la cima parece más cercana.

 

Por eso, cuando uno de estos días vuelvas al trabajo, ponte lo primero con la tarea más difícil, más compleja, con ese proyecto que se os quedó atravesado antes del descanso, con ese asunto que más quebraderos de cabeza te ha traído durante estos días de desconexión. Seguro que de sólo empezar, tu motivación y la de tu gente aumentarán.

Somos conscientes que ahí delante encontraremos laderas heladas que exigirán crampones, piolets y toda nuestra experiencia y conocimientos, pero el primer paso hacia el objetivo ya estará dado. Y ese paso será una buena semilla de la actitud positiva que vamos a necesitar para la travesía que este curso tendremos que afrontar. La motivación empezará a subir conforme avancemos en la tarea.

No en vano decía Nietzche que “sólo tienen valor los pensamientos que nos vienen mientras andamos”. Así que empieza a andar. La vida es más larga cuando andas. Uno no envejece hasta que deja de andar, y no deja de andar porque envejezca.

 

¡Da ese primer paso y verás como la ilusión y la motivación vuelven a brillar!

 

Carlos Andreu