Javier Hernández Aguirán nació sin brazos en un mundo diseñado para tenerlos. Su sola capacidad de adaptación y el mero paseo por el museo de sus conquistas (Doctor Honoris causa por el Claustro Doctoral Iberoamericano, Mención de Honor 2017 Fundación Randstad, Diploma paralímpico en Londres 2012, tercer europeo en obtener el permiso oficial de conducir, Premio Valores del Deporte Gobierno de Aragón y Zaragozano Ejemplar 2012, entrenador de fútbol titulado por la Federación Argentina y, desde 2001, periodista deportivo) podrían sostener un relato apasionante y hasta inspirador. Pero él va más allá. Quizá porque siempre lo ha hecho. En realidad, siempre ha hecho TODO CON TODOS. Casi siempre con los pies cuando los demás lo hacían con las manos… Pero con todos. Ahora, desde 2013 y superando ya el centenar de exitosas ediciones ante casi 20.000 personas en España y América Latina, contagia su propuesta vital resiliente, empoderador y universal en los foros más diversos y prestigiosos.
Javier Hernández Aguirán motiva y sensibiliza desde la identificación con lo que dice, sin recursos dramáticos ni cargas sentimentales, desde la naturalidad que siempre ha querido izar como bandera vital y desde la certeza de que no tiene más mérito que nadie sólo por no tener brazos. Motivar nunca fue decirnos lo que queremos escuchar, ni enseñar lo que esperamos ver. Motivar es identificarse con el mensaje, no admirar al mensajero. No se trata de lo que un chico sin brazos dice que hace y yo nunca podré hacer; al contrario, es lo que yo, con o sin discapacidad, con mis circunstancias, sean las que sean, no hago, no pienso y no creo, pudiendo hacerlo, pensarlo y creerlo.
¿QUÉ EFECTO GENERA SU MENSAJE EN LO PERSONAL Y PROFESIONAL? Quedarnos en lo que se ve es quedarnos en la superficie. Quien lo haga, individuo, empresa o sociedad, será superficial y tendrá muy difícil progresar. Claro que es un inconveniente carecer de brazos, pero el valor reside en lo que logras con lo que dispones. Poner el foco en tus recursos, pocos o muchos, y optimizarlos. Desde niño, le enseñaron a emprender, esto es, a liderar la empresa de su propia vida. A alcanzar su mejor versión, atendiendo a su realidad y siendo consciente de ella. Ser consciente no implica estar envuelto, y hasta secuestrado, sino saber lo que no eres capaz porque lo has intentado, y no porque te lo han dicho o lo has supuesto. Quizá de eso se trate emprender: de atreverse y levantarse, de levantarse y atreverse. En la empresa de nuestra mejor versión deberíamos trabajar todos y ahí Javier Hernández Aguirán es un referente.