anxo perez

Compartimos un nuevo capítulo de «Los 88 peldaños de la gente feliz» de nuestro speaker Anxo Pérez:

 

– Debemos aprender a decir «La responsabilidad siempre es mía».

«Tanto si eres padre, como jefe, como maestro, como referente de alguien, adopta esa frase en tu mente e inclúyela en tu vocabulario.

¿Por qué?

 

Porque tiene un poder muy especial. Su poder radica en convertir una comunicación acusatoria en una comunicación conciliadora, y esto es algo de un inmenso valor. Ahora verás por qué. Todas las personas tenemos tres cerebros: el impulsivo, el racional y el emocional. De los tres, el más peligroso es el impulsivo, también conocido como cerebro reptiliano. Es el responsable de los instintos más básicos del ser humano, y por tanto también es el más importante para la supervivencia. Está dispuesto a protegernos pase lo que pase, y para alcanzar su objetivo no le importa hacer lo que sea al precio que sea. Si te imaginas la adrenalina y el instinto protector que recorren el cuerpo del cazador durante la prehistoria al ver a un león acercarse a su caverna y amenazar a su familia dispuesto a enfrentarse a él, te estás imaginando el cerebro reptiliano en acción. ¿Es protector? Sí. ¿Es desagradable?

Mucho.

 

Ahora viene la pregunta importante. De los tres cerebros, ¿cuál crees que es el que el lenguaje acusatorio activa? Efectivamente es el cerebro reptiliano. Cada vez que una persona se siente acusada, traduce esa acusación en un ataque. ¿Y qué hace alguien cuando se siente atacado? Defenderse. ¿Y qué producen los mecanismos de defensa? Sensación de protección. ¿Y quién es el máximo responsable de nuestra protección? El cerebro reptiliano.

Conclusión: acusar a alguien es activar su instinto más básico y feroz. Por tanto, si no quieres ver la parte más desagradable del ser humano, simplemente no actives su cerebro reptiliano.

¿Cómo evitarlo?: «La responsabilidad siempre es mía». Cada vez que usas esa frase, el mensaje que estás dando a tu interlocutor, especialmente si tú tienes algún tipo de ascendente sobre él, es éste: no soy una amenaza para ti, y por tanto no tienes que activar tus mecanismos de defensa contra mí. ¿Y qué sucede como consecuencia? Que al no activarse su cerebro impulsivo, tampoco se activan sus defensas. ¿Y qué ocurre cuando no hay barreras? Que se convierte en una persona permeable. ¿Y cuál es la ventaja de esto? Que la permeabilidad es la condición número uno para propiciar el aprendizaje. Sólo puede haber aprendizaje allá donde hay permeabilidad.

¿Conclusión? Si quieres tener un verdadero impacto sobre un interlocutor, no lo culpes a él, cúlpate a ti. (Toma la palabra «culpar» como retórica, ya que en realidad nadie es «culpable» de nada.)

 

Recuerdo que era julio, y es posible que fuera martes. Era una conferencia muy importante para mí y todos los asistentes iban a recibir mis dos primeros libros, ambos dentro de un paquetito con unos detalles adicionales que los organizadores tenían para ellos. Los preparativos previos a una conferencia siempre son considerables, pero dado el importante nivel del evento, esa vez las cotas de estrés eran altas y las de ajetreo, altísimas. Los miembros de nuestro equipo corrían de un lado a otro ultimando detalles; y en medio de ese alboroto yo les di una instrucción. Si conoces mi primer libro, Los 88 Peldaños del Éxito, sabes que este libro es de color rojo. Si conoces mi segundo libro, La Inteligencia del Éxito, sabes que es de color azul (mayormente). Mi petición consistía en que el paquete con el libro rojo llevase un lazo rojo. Y el paquete con el libro azul, llevase uno azul. Sencillo, ¿verdad? Cuando los asistentes recibieron sus regalos, los recibieron exactamente al revés. [Ése no fue el único error. Hubo más, y más garrafales.]

Yo no me lo podía creer.  (…)»

Puedes leer el artículo completo en el siguiente enlace: https://www.abc.es/bienestar/psicologia-sexo/psicologia/abci-peldano-24-debemos-aprender-decir-responsabilidad-siempre-202007091813_noticia.html