Nuestro speaker Francesc Miralles, analiza el mundo que nos espera después del Covid-19.
Estamos viviendo una era que nadie podía imaginar. Nadie nos preparó para esta crisis planetaria, y lo que nos espera después de esto nos produce una enorme inquietud. No sabemos aún cómo será el mundo después del Coronavirus, lo único claro es que no volverá nunca a ser el mismo.
Para el sector empresarial esta es una mala y una buena noticia.
La mala noticia es que, en esta crisis, muchas empresas tendrán que transformarse, reinventarse o incluso empezar de cero.
La buena noticia es que el ser humano es perfectamente capaz de hacerlo, ya que entre todas las especies es la más adaptable al cambio, tal como señaló Darwin. Por eso me atrevo a afirmar que el caos actual nos llevará a un mundo mejor, más humano y conectado a lo esencial, lo cual va a generar nuevas oportunidades.
El propósito como motor vital
Tras la cuarentena en las que millones de personas han vivido confinadas, todos habremos tenido tiempo de pensar. Al igual que una persona inmovilizada por un accidente se replantea sus prioridades —así fue como Frida Khalo descubrió su pasión por la pintura—, este parón mundial ha hecho que reflexionemos sobre lo que somos, lo que deseamos y cómo queremos vivir en adelante.
En este retiro forzado, nos hemos dado cuenta de muchas cosas, como que…
· Necesitamos mucho menos para vivir de lo que imaginábamos. Una lección positiva ha sido descubrir de cuántas cosas podemos prescindir.
· Las relaciones con los demás son el mayor patrimonio del que disponemos. En situaciones de crisis, solo el “factor humano” nos salva del abismo.
· Los lugares físicos son prescindibles, el talento no. Nos ha sorprendido comprobar cuántas empresas y servicios pueden funcionar con las oficinas cerradas.
· El tiempo es limitado y la vida, más frágil de lo que pensábamos, por lo que lo único que tiene sentido, mientras estemos aquí, es llevar una vida con propósito.
Estos descubrimientos colectivos propiciarán, hoy más que nunca, una nueva cultura en nuestra forma de vivir.
¿De qué manera se traduce esto a las empresas? ¿Y qué pueden hacer, a partir de ahora, para adaptarse al nuevo escenario que nos espera al otro lado de la puerta?
La empresa en la era del ikigai
Más allá de las macrocifras que trazarán la pérdida de PIB, el incremento del desempleo y la montaña rusa de las bolsas, para sobrevivir en la nueva era, el alma de las empresas va a cambiar. Podemos resumirlo en estas tres claves:
1. El retorno de lo humano. La escritora y activista Maya Angelou decía que “Las personas olvidarán lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.” En medio de esta crisis, los consumidores no olvidarán cómo el courier de Amazon les trajo a casa el libro o la bicicleta estática en medio del confinamiento, así como los dependientes de supermercados, farmacias y otros servicios que arriesgaron su salud por nosotros. En la nueva era, más que nunca, las compañías serán recompensadas por su humanidad y entrega. Las empresas serán más humanas.
2. El propósito es lo que cuenta. Puesto que todo el mundo ha comprobado que la vida y la salud son provisionales, los productos y servicios relacionados con la misión personal de los consumidores, con su ikigai, tendrán prioridad a partir de ahora. Al disponer de menos recursos en los próximos años, el “comprar por comprar” habrá desaparecido, y el cliente solo entregará su tarjeta de crédito para pagar aquello que le ayude a vivir más y mejor su propósito vital. Las empresas trabajarán con sentido.
3. Se buscan “imaginadores”. En un mundo en frenética evolución, la sede y riqueza de una empresa estará en la mente y la imaginación de sus mejores colaboradores. El valor de una compañía dependerá del talento que sea capaz de reunir, conservar y estimular. Tanto si forman parte de la plantilla como si son proveedores externos, la organización que sepa motivar a estas mentes que van a configurar el futuro tendrá una ventaja competitiva sin igual. Las empresas primarán el talento y la creatividad.
Sin duda, nos acercamos a una época convulsa y llena de desafíos, pero si tenemos en cuenta estas tres variables, podremos hacer de la nueva era una autopista hacia un progreso formidable.
Francesc Miralles